SERIE
LIDERAZGO Y DESARROLLO PERSONAL
Aporte Nº 12
Sufrimos del Virus del Mal
Servicio
A muchas personas no les
importa el efecto que su comportamiento tiene sobre sus compañeros y los
resultados de la organización
Por Rubén
Alfonzo
13 de
junio 2014
Uno de los
males que aqueja a las organizaciones en todos los niveles, es el mal servicio
brindado y recibido, hacia dentro y hacia afuera.
A nivel del trabajo,
vemos como a las personas no les interesa brindar su mejores esfuerzos y
resultados al compañero que debe recibirlos. Vivimos ejemplos de como un
superior jerárquico no le da la información con la actitud y calidad requeridas
a la persona que va a realizar un trabajo. Y hay individuos que no les importa
si sus trabajos los producen correcta y oportunamente.
Muchas
personas no aman o no les interesa su trabajo, en cualquier nivel jerárquico.
Lo tienen porque es una situación de supervivencia, costumbre o confort.
Obtienen un ingreso “seguro” o “bueno” para sobrevivir. Algunos lo hacen porque
saben que no los pueden botar. No quieren hacer más de lo que está estipulado
en su descripción de cargo. Si no tienen nada que hacer, se inyectan a las
redes sociales en sus venas. Quieren pasar el día con el mínimo esfuerzo. Si no
quieren trabajar, obtienen una orden médica, un reposo o cualquier excusa que
lo justifique. No les importa si su trabajo no se hace, ni el impacto que su
ausencia tiene sobre los resultados de su posición y el trabajo de sus
compañeros. A la hora de salida, salen disparados puntualmente como si tuvieran
una catapulta en su silla.
Cuando uno
va a una tienda a comprar algo, a un restaurante o a una entidad para pedir
información o un servicio, se topa con un personal y sus supervisores
malencarados que realmente lo agreden a uno. No les importa el impacto que su
actitud y comportamiento tienen sobre la imagen y el servicio que presta la
empresa u organismo donde laboran. A veces pareciera que uno paga para ser
maltratado.
Tenemos
vendedores que no visitan realmente a sus clientes. Reportan pedidos ficticios
u otros tomados telefónicamente. Aquellos que tienen la responsabilidad de
cobranzas, no presentan las cobranzas, ni los recibos de cobro, ni entregan las
facturas no cobradas, a tiempo. Usan el dinero cobrado en efectivo para otros
fines y, en los peores casos, presentan cheques substitutivos sin fondos.
Choferes que no entregan la totalidad de los pedidos e inventan cualquier
excusa.
Tenemos
gerentes que maquillan o esconden las cifras para ganarse los bonos y
compensaciones especiales. Otros gerentes que literalmente se comen y vomitan a
las personas bajo su cargo. Aquellos que ordenan un retraso en los pagos a sus
proveedores sin importarles el impacto que tienen sobre las finanzas de éstos.
Y muchas otras situaciones.
Este
diagnóstico es realmente triste y negativo. No es exhaustivo pero es real.
Ustedes tendrán muchos ejemplos. El problema radica en que los valores de los
individuos están divorciados de los de la empresa.
Gracias a
Dios que no todas las personas se comportan así pero son afectados, lo sufren.
No tengo estadísticas sobre estos comportamientos; tengo mis vivencias. Aunque
de lo que sí estoy muy seguro, es que todos hemos vivido, mas de una vez, estos
eventos que les acabo de describir.
Si alguno
de mis lectores se comporta así, le sugiero que reflexione, discúlpese, cambie
su actitud, mejore, capacítese, sea ejemplo de lo que es ser un buen servidor.
Existe una
vacuna contra este virus del mal servicio. Ojo!!! No es la
sumisión.
Está en
las manos de la alta dirigencia de la empresa el iniciar un programa que
fomente la Cultura del Servicio en todos los niveles. Los gerentes
deben realmente creer que se puede y, además, querer el cambio. Los líderes
generan transformaciones y motivan a las personas a ¡r detrás de su visión con
una gran pasión.
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